17 septiembre 2008

Serendipia


Serendipia, es el término acuñado para denominar echos casuales ( no causales ) entre sí que derivan en un echo material. La teoria de la sincronicidad, de la que prometo hablar en el futuro, ha dejado multitud de huella durante la historia de la civilización humana.

En este post, quiero mostrarles una de ellas, de las muchas que pueblan mi sabiduría y conocimiento: A finales del siglo XIX, en un cercano campo de Escocia,..

.. se encontraba un agricultor trabajando sus tierras cuando de repente escuchó los gritos de auxilio de un chaval joven el cual había quedado atrapado en un charcho de barro y del que no podía salir. El buen hombre se aproximó y lo salvó de una más que probable muerte segura.

Al dia siguiente, el padre del joven se acercó a la granja del agricultor para ofrecerle una recompensa por salvar la vida de su hijo. El agricultor declinó la oferta mientras el padre del joven, un apuesto hombre de negocio de la aristocracia londinense insistia. Por aquel momento andaba jugando por los adelaños el hijo del agricultor y al ver la tozcudez del éste, el aristócrata le ofrecio llevarse a su hijo para que estudiara en las mejores escuelas británicas. El agricultor asintió y su hijo se trasladó con la rica família.

El chiquillo recibió la educación necesaria para licenciarse en medicina unos cuantos años después. Durante la primera guerra mundial luchó con el ejército británico como médico y observó como muchos de los fallecidos eran a consecuencia de la gangrena gaseosa.

Unos años después de la cruel guerra, por allá 1928, ya en su laboratorio, tuvo lugar uno de los acontecimientos acausales más importantes de la historia humana, pues estaba estaba estudiando cultivos bacterianos de Staphylococcus aureus y observó que un moco de su nariz, procedente de un estornudo, cayó sobre una placa de Petri en la que crecía un cultivo bacteriano y unos días más tardes éstas habían sido destruidas.


Su nombre real era Alexander Flemming y fue el primer pas o hacía los antibióticos con el descubrimiento de la lisozima.

Unos años más tarde, su "padre adoptivo", el importante hombre de negocios de la aristocrácia, lo llamó desesperadamente pues su hijo padecía una pulmonía. El suministro de la penicilina salvó de nuevo al hijo del aristócrata, cuyo nombre era lord Randolph Churchill; su hijo, Sir Winston Leonard Spencer Churchill, quién posteriormente llegó a ser Primer Ministro del Reino Unido y Premio Nobel Literatura.


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El placer de esperar un semáforo en rojo

Desde que leí del movimiento 'slow' me he hecho adicto...

ya no corro para cruzar un semáforo: espero sintiendo como el sol acaricia mi piel, oigo los motores rugir, veo personas hermosas a mi alrededor, y pienso... a quien puedo hacer feliz con una sonrisa!

Ei! que ya se ha puesto verde!

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10 septiembre 2008

Traspaso


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